Datos y contenido, el nuevo oro
Qué estás aceptando en cada plataforma al aceptar sus condiciones
Ponemos la lupa sobre Discord, Facebook, Instagram, LinkedIn, Pinterest, Substack, TikTok, Twitch y YouTube para saber a quién pertenecen tus datos y el contenido que generas. Los resultados sorprenden. Tanto la situación de creadores de contenidos, como la de usuarios anónimos (si es que llamarlos así sigue teniendo validez), está totalmente comprometida. Además, te cuento cómo puedes vender el rastro que dejas por internet si estás interesado en convertirte en creador de contenido pasivo.
Términos clave para sacar el máximo partido de este artículo: Big Data, Contenido, Cookies, GDPR
Cierra los ojos. Deja tu mente en blanco y, ahora, haz memoria, ¿cuánto llevas en Facebook?, ¿cuánto en Youtube?, ¿cuánto hace que tienes un smartphone? Cuando tengas un número o, más o menos una época, intenta imaginar flotando delante de ti qué has estado haciendo todos estos años en internet. ¿Has subido fotos?, ¿has hecho declaraciones de amor?, ¿apoyaste a un amigo tras una ruptura sentimental?, ¿creaste un vídeo?, ¿hiciste la retransmisión de tu vida?
Tendemos a frivolizar con las cosas subimos a la red como si no fuéramos lo suficientemente importantes; como si a nadie le fuera a interesar. Creemos que con no publicar fotos de nuestra cara o poner nuestros perfiles en privado es suficiente, como si los peligros estuvieran únicamente relacionados con delitos de acoso o estafas, pero nos equivocamos. Todos, en mayor o menor medida, estamos, con nuestra presencia y uso de internet, sumando, gratis -no existe, de forma automatizada o generalizada, la opción de vender los datos que generamos-, al negocio de miles de empresas tecnológicas a cambio de poder usar sus plataformas de forma gratuita o, incluso en muchos casos, aún pagando siendo suscriptores, una industria que va poniendo coto a nuestros movimientos online y offline en un momento donde los límites están cada vez más difuminados.
El temor no es tanto que estas empresas vendan tus datos, como sí que los controlen, que los usen para crear, perfeccionar y vender sus productos (en muchas ocasiones incluso a ti). ¿O acaso nunca te has preguntado por qué tanto empeño e insistencia en aceptar las cookies?
En mayo de 2018 la Unión Europea vio nace su regulación en torno a la protección de datos de usuarios de internet con el llamado GDPR (General Data Protection Regulation). Ese cortafuegos, de muy buena voluntad pero no mismo grado de efectividad, se sumaba a las regulaciones previas de 2002 y 2009 con la ePrivacy Directive. Todo junto propició un retorno a los 90 llenando nuestras pantallas de pop-ups en una búsqueda incesante de nuestro consentimiento. Pero, ¿consentir el qué?
Al enfrentarnos a esta disyuntiva de cookies sí o cookies no, tenemos dos caminos. Uno, aceptarlas. Dos, aceptar solo cookies técnicas que nos ayuden a navegar adecuadamente (opción que a menudo se oculta al usuario, legalmente, bajo la opción “no aceptar las cookies”). Como ves, al final todos los caminos llevan a Roma.
Las cookies son pequeños informes digitalizados sobre tú o yo, sobre todos nosotros, obtenidos del rastro que dejamos al estar online. Así que, no se trata únicamente de si pones tu foto en un perfil o no, o de si tu perfil es o no privado, o de si compartes información denominada privada. Esa es una visión física del asunto trasladada erróneamente al plano digital y que no resume ni se ajusta a una verdadera identidad virtual (en Destino lanzamos un artículo que puedes leer al respecto).
Aunque GDPR es una normativa europea, su salida a escena supuso una reacción en cadena que llevó a aplicarse por todo el Planeta bajo la voluntad de, mejor prevenir que curar. Ante la duda, cientos de miles de empresas pensaron que sería mejor pedir permiso a los internautas antes que los mismos lanzaran demandas con ellas por diversos motivos relacionados con términos de privacidad.
En la práctica, todo esto no sirve de mucho a los usuarios debido a la naturaleza de la Web 2.0 y a cómo están construido sus vicios y procesos por parte de propios y extraños. No existe un consenso internacional sobre cómo las cookies y estas alertas repercuten sobre los usuarios y tampoco lo existe entre todos los países europeos. El único camino es de las beneficios de la Web 3.0 y es por lo que estamos aquí.
Mientras tanto, mientras que esas ventajas de la descentralización digital se expandan por la industria tecnológica, tendremos que estar bien informados. Para ello hemos preparado esta tabla con información clave para usuarios individuales (me parece un mejor término que anónimos) y profesionales de los contenidos sepan a qué atenerse:
Discord: 👍 El creador es el único propietario del contenido 👏
Facebook: 😈 Tiene el derecho de usar y vender tu contenido sin pagos ni notificaciones al respecto. Los términos y condiciones de Facebook han de leerse con extremo cuidado a través de distintas páginas y secciones que se solapan a través de los años, que aún permanecen online, donde unas contradicen a las otras y, donde, el documento en inglés más reciente que encontremos, será el verdaderamente vinculante a nivel legal.
Instagram: 😈 Tiene el derecho de usar y vender tu contenido sin pagos ni notificaciones al respecto
LinkedIn: 😈 Tiene el derecho de usar y vender tu contenido sin pagos ni notificaciones al respecto
Pinterest: 👍 El creador es el único propietario del contenido 👏
Substack: 🤔 El creador es el único propietario del contenido pero solo puede monetizarlo a través de Substack
TikTok: 😈 Tiene el derecho de usar y vender tu contenido sin pagos ni notificaciones al respecto
Twitch: 😡 Tiene el derecho de usar y vender tu contenido sin pagos ni notificaciones al respecto, siendo propiedad exclusiva de Twitch durante las primeras 24 horas
Twitter: 😈 Tiene el derecho de usar y vender tu contenido sin pagos ni notificaciones al respecto
YouTube: 😈 Tiene el derecho de usar y vender tu contenido sin pagos ni notificaciones al respecto
Este es solo un breve resumen, muy genérico, ofreciendo una visión rápida del estado de la propiedad del contenido, que pretendo extender en forma de presentación e infografías próximamente. A su vez, paradójicamente, existen cada vez más opciones -prácticas pero de cuestionada moral- a través de las cuales puedes tener más control de tu actividad en internet vendiéndola. Vender tu actividad de internet no es algo novedoso y se lleva hablando de ello desde hace al menos una década pero, por algún motivo, ahora empiezan a aparecer propuestas fiables. Cada vez está más cerca el momento en el que veamos regulaciones explícitas al respecto.
Las empresas dentro de este juego, casi como si de una endoscopia se tratase, te prometen seguridad y rapidez en el proceso pero, aún así, es chocante que la única alternativa para tomar el control de tu existencia digital sea, desprenderte de ella, o alquilarla por un puñado de euros. Llama también la atención, viniendo de alguien que quiere saberlo todo de ti, una tercera promesa puesta a menudo sobre la mesa: anonimato y privacidad. Muchas voces, las más cercanas a la antropología, consideran que estas prácticas son como una especie de esclavitud moderna.
Todavía no son muchas las empresas que a día de hoy ofrezcan esta posibilidad o que, al menos, la ofrezcan con procesos automatizados. Entre estas, algunos nombres conocidos como el de Nielsen nos dicen que, como canal de negocio, para bien o para mal, está en su momento más dulce.
A continuación te presento una serie de compañías que buscan oro en el rastro que vas dejando a través de la red. Me he limitado a recopilar algunas que ofrecen sus servicios de forma automatizada, que lo hagan en español y ofrezcan un mínimo de seguridad corporativa. Webs que basan su actividad bajo sosperchas de scam hay muchas (como las que venden likes o views), pero no aconsejaré ni tan solo la visita a sus dominios por los riesgos que pueda implicar para tu seguridad.
Nielsen Computer and Mobile Panel. Más conocida simplemente como Nielsen, se trata de un conglomerado internacional de empresas que basa su negocio en el estudio del comportamiento de distintas audiencias. No es por lo tanto una gran sorpresa que haya decidido lanzarse a por tus hábitos online. Sin embargo, no deja de sorprender el tratamiento y posicionamiento de este gigante en un sector tan opaco (tanto que me hizo investigar sobre la legalidad y autenticidad de esta web). Puedes comprobarlo haciendo clic aquí.
Place IQ. Esta empresa con sede en New York y una larga tradición en el estudio de mercados adquirió en 2020 la compañía Freckle IoT, especializada en medición de localización y tráfico de usuarios en espacios físicos como centros comerciales o estadios. Gracias a esa adquisición, ahora Place IQ te permite participar y seleccionar tipos específicos de información personal para compartir con las marcas a cambio de compensaciones económicas (que no siempre son en dinero líquido). Su funcionamiento es a través de encuestas.
National Consumer Panel (una asociación entre Nielsen y IRI, empresas de investigación de mercados). El objetivo de este proyecto es recopilar datos sobre tus compras online a través de la app NCP a cambio de puntos para canjearlos por obsequios y participaciones en sorteos trimestrales de $20,000
Datacoup. Una de las empresas decanas de un sector que en ciertos círculos tienden a llamar o englobar bajo la Open Data Economy y que ahora es parte ODE Inc., se auto-describe como “world’s first personal data marketplace”. Tal vez una de las compañías con mejor proceso de automatización que permite conectar tus redes con sus rastreadores.
Tus datos son oro. No importa quién seas, de dónde vengas o si tu poder adquisitivo como consumidor es alto o nulo. Lo importante aquí es la trazabilidad de tus hábitos profesionales o personales.
Los datos no son valiosos para las empresas en un sentido abstracto simplemente almacenándolos y no tienen valor hasta que se define el uso que se les va a dar. Se obtiene beneficio de ellos, o vendiéndolos, o utilizándolos para generar negocio aumentando la profitabilidad de la empresa. Los avances para regular el tráfico interesado de los mismos sin tu consentimiento progresa por el camino adecuado pero, no será hasta la llegada de una total implantación de las revolucionarias ideas de una red descentralizada -gracias principalmente a tecnologías DLT-blockchain-, cuando exista un orden real sobre ello sin importar si el mismo es mejor o peor, pero que como mínimo, exista uno que podamos perfeccionar.