Web 3 + Industria 4 = Creator Economy en 4, 3, 2, 1...
Hola creadores,
Hoy os presento un nuevo esquema para esta newsletter. A través de las distintas etapas que nos han traído hasta aquí (Web 1 y Web 2) y las que están por llegar (Web 3 y Revolución 4 o Cuarta Revolución Industrial), organizaré el contenido de cada nueva Carta desde el Destino con la siguiente cuanta atrás: 4 claves, 3 ideas, 2 escenarios y 1 concepto.
Espero que esta forma de presentar el contenido sea la definitiva pero, siendo Destino un proyecto que vive en constante evolución, no prometo nada.
No hay miedo. Me gusta compartir con vosotros el proceso creativo.
Empezamos en 4, 3, 2, 1...
CONSECUENCIAS DE LA INTERSECCIÓN ENTRE WEB3 Y LA CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
CUATRO CLAVES
El parque de juegos ha cambiado definitivamente: Entre 2018 y 2022 YouTube ha desembolsado más de 30.000 millones de dólares a algo más de 2.000.000 de creadores. La media de visualizaciones entre sus vídeos más vistos está en 6 billones, mientras que un canal generalista en primetime puede lograr un máximo de 4 millones. Mientras tanto, TikTok sigue destinando un fondo de 2.000 millones de dólares en pagos para sus creadores de aquí a 2023-2024 y el resto de plataformas siguen trabajando en la puesta a punto de sus propios fondos. Solo Twitch nos daría para una newsletter a parte. Quedémonos con este dato: Un partner de Youtube gana entre $0,30 y $2,50 por 1.000 visualizaciones.
Las inversiones siguen creciendo: 2021 fue un año glorioso para la inversión en Creator Economy llegando hasta los 3.700 millones de dólares. Se espera que este 2022 alcance la cifra de 5.000 millones de dólares. La inversiones no solo se destinan a las plataformas mencionadas en el punto anterior sino a empresas como Chipotle, Disney, Stripe o la española Qultu que cuenta con la escritora Elvira Sastre como embajadora.
El problema con la propiedad del contenido persiste: Venimos de una década en la que plataformas com Facebook o Instagram, además de las ya mencionadas, han trabajado con fuerza y, en algunos casos, conseguido con éxito, ofrecer herramientas para crear comunidades (sobretodo en torno a 2010) pero han olvidado totalmente ofrecer herramientas de monetización a sus usuarios -excepto herramientas creadas para ello como Patreon o Kickstarter-. Este es un movimiento que priva a los usuarios de ser dueños de su contenido y, lo indicado en el punto anterior, demuestra que su estrategia busca retener perfiles pero no permitir independencia creativa y porpiedad de su contenido. Esta tendencia empieza a revertirse con plataformas como Substack o la ya mencionada Qultu, pero es necesario agilizar la llegada de herramientas y plataformas crypto y Web 3 que permitan la monetización directa entre creadores y audiencias.
La solución pasa por soluciones DeFi: Solo durante 2021creadores de todo el mundo superaron los 12.000 millones de dólares en ventas por NFTs (aprovechamos para recordar que un NFT puede ser cualquier cosa que pueda garantizar propiedad). OpenSea, la plataforma más popular por abrir sus puertas a creadores de cualquier estatus, superó los 7.000 millones de dólares en facturación. Podemos desglosar, por este orden, de mayor a menor, las ventas en, coleccionables, arte, utilidades (por ejemplo, la llave virtual para abrir el AirBnB que has alquilado en Panticosa), videojuegos y bienes digitales. El 60% de estas ventas se mueve entre los 100 y 1.000 dólares. Recordando el dato que hemos destacado sobre las ganancias de YouTube, añadimos que: Un NFT vendido por 1 ETH es igual a 4 millones de visualizaciones en YouTube.
TRES IDEAS
Si decimos Revolución Industrial, ¿qué te viene a la cabeza?. ¿Fábricas?, ¿jornadas interminables de duro trabajo?. Si es así, no te falta razón pero, añadamos también jornada laboral, derechos sociales, progreso, máquina de vapor, reparto de riqueza y un largo etcétera. Todos, en cierta manera, conocemos en mayor o menor medida qué es o fue la Revolución Industrial allá por el siglo XVIII.
Sin embargo, ¿sabrías decir, por ejemplo, qué es la Segunda Revolución Industrial? ¿Qué te viene a la cabeza? Probablemente un iPhone, ¿verdad? Pues lamento decirte que te has pasado de frenada unos 300 años. Tras la segunda versión existió una tercera (en la que vivimos ahora) y ya estamos llegando a una cuarta, en la que estamos entrando de lleno si es que no hemos entrado ya.
La Segunda Revolución Industrial llegó un poco antes de 1900 y trajo consigo la producción en cadena, el teléfono, la bombilla y el motor de combustión. Tras eso, llegó la tercera (también llamada revolución digital) en torno a 1980 con la comercialización masiva de aparatos electrónicos y la popularización de lo digital. Ahora entramos de lleno en la Cuarta Revolución Industrial o Revolución Industrial 4 en paralelo a la llegada de la Web 3. La mayor particularidad de esta cuarta versión es que la tecnología pasa a formar parte indivisible de nuestras sociedades e incluso de nuestros cuerpos. Viene encabezada por el auge de la Inteligencia Artificial con una larga estela de nanotecnología y computación cuántica (dejar atrás la idea binaria de ser 1 o ser 0 para pasar a ser tanto 0 como 1 a la vez).
El progreso, salvo cataclismo global, crece interrumpidamente y de forma exponencial desde la Primera Revolución. Hoy por hoy las novedades se suceden a ritmo vertiginoso para bien y para mal sin que seamos capaces de aplicarlas totalmente en nuestro día a día antes de que llegue la próxima.
Lo próximo -o lo que ya está aquí si queremos ser fieles a las ideas que venimos expresando- es la llegada de la Web 3, la Cuarta Revolución y la intersección creada entre ellas.
En líneas generales, venimos de un mundo en el que trabajamos a cambio de un sueldo y avanzamos hacia otro que nos empuja hacia generar nuestro propio salario
El resultado de todo esto es la creator economy. Debe su nombre a los llamados creadores de contenido pero surge de forma orgánica gracias a un orden mayor, el progreso a través de la tecnología. Podríamos fechar los inicios de este tipo de economía unipersonal -que, dicho sea de paso, nació sin bautizar-, en los inicios de la Revolución Industrial coincidiendo con la era victoria. La sociedad victoriana sentó las bases actuales del consumo de cultura, ocio e información, las cuales han ido creciendo en paralelo al desarrollo industrial de nuestras civilizaciones con los creadores adaptándose década tras década a los nuevos tiempos.
Con la finalidad de hacer un análisis certero debemos remontarnos un número suficiente de décadas hasta, como mínimo, entrever una producción creativa constante. Sería un error pensar que los creadores y, por ende, la recién bautizada como creator economy, aparecen con el auge de las redes sociales. De no hacerlo así, el árbol no nos dejará ver el bosque.
Hoy vivimos la tercera era de la creator economy, unida a internet tanto como a las distintas revoluciones industriales previas. Si la primera etapa llegó en torno a 1850, integrándose en los hábitos de consumo las sociedades modernas, la segunda lo hizo con el avance de la electrónica y la digitalización y, la tercera, con la segunda ola de internet; el empujón tecnológico que supuso la la Web 2 y que destacó por el auge de los blogs a finales de los 90 y la llegada de los Medios Sociales a principios de los 00 hasta nuestros días. Dos décadas que ya empiezan a agonizar y generan fricciones con las nuevas tecnologías.
Durante este tiempo y, ya centrándonos en los últimos 15 o 20 años, cientos de miles de creadores de contenido (la palabra contenido se incorpora al imaginario popular a raíz de que consideramos los datos una forma de medida) han construido comunidades a base de disciplina y esfuerzo que monetizan a través de terceros con distintas formas de patrocinio. Más recientemente y gracias a proyectos novedosos en su modelo de negocio (no tanto en su desarrollo) otros tantos creadores de contenido o proyectos han conseguido monetizar directamente a través de sus seguidores con pagos por suscripción o donaciones, ganando independencia fuera del marco de plataformas sociales como Instagram o Pinterest.
Todas estas fórmulas quedan obsoletas ante la disrupción tecnológica que implican Web 3 y Revolución 4 pero, aún así, muchas de las empresas citadas intentan -e intentarán- retener el talento que ya opera en sus plataformas a través de incentivos económicos por su actividad. Planes transitorios que retrasarán el inevitable cambio de paradigma dado por el avance tecnológico y que, ya en la cuarta fase de la creator economy (recuerda que siempre irá ligada a la industrialización moderna), desligará a los autores de las grandes tecnológicas de hoy, para otorgarles el control y propiedad de sus contenidos, así como la posibilidad de monetizar por su trabajo sin intermediarios.
Gracias a tokenizar (crear unidades digitales llamadas tokens con derechos legales para quien los posee) el trabajo de cada creador y venderlo en forma de NFT, los creadores ofrecen a sus seguidores la exclusividad que algo requiere para asumir un desembolso económico. ¿Pagarías por la entrada del concierto de tu artista favorito en Buenos Aires si tú estuvieras en Madrid? Claro que no. Pero, ¿y si la entrada de ese show diera derecho a obtener la grabación del show solo a quienes la hubieran comprado?. La exclusividad tiene muchas caras pero siempre va ligada, de algún modo, a la propiedad o a la pertenencia (formar parte o poseer algo).
Volvemos a la era previa a la digitalización y devaluación de música y arte, cuando pagar por un álbum o encargar un cuadro a un pintor era una opción aceptable porque conseguías un beneficio claro a cambio
Siendo una lucha perdida la de esperar a que el establishment de los medios sociales cambie de dirección, ya que significaría liquidar a sus propias organizaciones, los creadores pioneros en estos medios optan por preservar sus ganancias en crypto e invertir en otros creadores o servicios que acepten pagos en bitcoin o ethereum. A mayor talento en plataformas como OpenSea o The Sandbox, mayor es el crecimiento de este mundo en paralelo que cada vez ofrece más puentes con el tradicional. Se trata de un nuevo método apoyado en tecnologías que ya usan instituciones como BBVA o Metrovacesa que cambia las reglas del juego.
De este modo el creador de contenidos trasciende a la figura del individuo generador de datos para pasar a ser una empresa independiente de distintas proporciones, cuyo negocio se basa en la distribución de la propiedad legal o intelectual de su trabajo o de los beneficios que esta genere (tecnológicamente posible gracias a las cadenas de bloques o blockchain), generando redes de participación con recompensas pre-establecidas o cuyas ganancias se obtienen a través de la participación impulsando una especie de meritocracia hasta ahora inexistente.
En esta nueva era pasamos de la independencia del creador a la interdependencia de este con su red o plataforma de usuarios descentralizada para la toma de decisiones o próximos pasos que marquen una serie de tiempos. La línea entre creador y audiencia se difumina dependiendo el uno del otro para la creación o evolución del proyecto.
La línea entre lo físico y lo virtual se difumina y, por norma, las estrategias van de lo digital a lo físico. Conceptos renovados y nuevas tecnologías hacen que el término creador de contenido sea visto y entendido como algo totalmente distinto. Estos se desligan de la figura del influencer y el nicho del marketing de influencia y, toda actividad apoyada en la tecnología tiene como objetivo generar valor. La creación de contenido se convierte en una especie de estudio de arquitectura que trabaja con conocimientos en lugar de ladrillos.
Ya que nuevos y renovados roles surgirán de este nuevo paradigma, tal disrupción en los procesos y las estructuras presenta una nueva disyuntiva. ¿Qué significará ser un creador a partir de ahora y qué no? Ya no podremos acortarlo a crear piezas en torno a algún tipo de medio audiovisual sino que otras tareas como la creación de comunidades, su liderazgo o simplemente ser la piedra angular que inspire al resto a través de tu trabajo y no por tu trabajo, entrarán en juego puesto que, esta es la clave, los medios sociales llegaron para quedarse pero su naturaleza se encuentra en mutación. En un mundo donde nuestras relaciones tienden a ser cada vez más virtuales, ya no será -a nivel de progreso académico y contribución social-, tan relevante lo que publiques en ellos como sí tu aportación a la cadena en favor de la comunidad.
DOS ESCENARIOS
Las barreras entre fans y creadores se diluyen en todos los aspectos; la creación se convierte en una orquesta filarmónica (creadores + audiencias tocan al unísono) conducida por un director de orquesta (DAO) para interpretar una partitura creada de forma colectiva y con intenciones creativas, comerciales y/o sociales.
La naturaleza del creador de contenidos cambia para siempre ante un escenario en el que muchos roles intermedios desaparecerán para dar paso a otros de esa misma naturaleza intermedia (curadores, evangelizadores, dinamizadores…) que podrán aprovechar las nuevas tecnologías con fines lucrativos.
UN CONCEPTO
Propiedad compartida o co-propiedad del contenido