Véndelo todo (empezando por tu música)
Hubo un tiempo en el que todo era gratis, pero ya nada volverá a ser como antes
¿Haces música y no te atreves a distribuirla? ¿Hasta el verbo distribuir te sugiere perversión? Abajo prejuicios y complejos. Si decenas de millones de personas por todo el mundo se consideran creadoras de contenido, ¿cómo puede ser que tú, que vives entre las cuerdas de la guitarra no te consideres una de ellas? Tú, que amontonas ya cientos de letras de canciones sobre tu escritorio.
La economía de creadores o, en inglés, creators economy, es esa que viene facilitada por una plaforma digital cualquiera como Amazon, Airbnb o Uber, donde vendes u ofreces un servicio o producto pero, con una importante distinción. Los creadores usan plataformas que les permitan generar ingresos con sus obras en ellas o, en ocasiones, con su presencia en vivo derrochando talento, no alquilando un inmueble o conduciendo un coche contigo como pasajero. Eso, para ser exactos, se llama economía de plataforma o platform economy. Si produces algo, sea artístico o no (ese sería otro debate), estas plataformas, las de creadores, como pueden ser Etsy, Spotify o Substack, te facilitarán una serie de ingresos por explotación a medida que tu obra sea consumida (si es quieres percibirlos, porque siempre puedes prescindir de ellos por elección o estrategia). En Substack puedes escribir y que te lean gratis u ofrecer distintos precios y beneficios exclusivos. También puedes aceptar donaciones por Patreon, un servicio de membresía o micromecenazgo que permite automatizar pagos mensuales a cualquier creador por parte de un usuario. Se estima que Patreon gestiona más de 20 millones de dólares en pagos cada mes.
Etsy, como ejemplo de plataforma de venta centrada en objetos hechos a mano -frente a Amazon, que es ante todo una empresa minorista-, estaría entre dos aguas pero, aún así, si estás en ella podrás considerarte creadora aunque no ofrezcas consumibles audiovisuales sino poemas mecanografiados que, a su vez, podrías registrar en audio, distribuir en streaming y vender por pistas.
La economía del creador es joven, muy joven. No importa cuándo leas este artículo porque seguirá siendo joven. Si nos esforzamos y tiramos de generosidad podremos otorgarle la edad de la web 2.0. Desde entonces, muchos artistas han logrado ser auto-suficientes gracias a sus creaciones y el amplio abanico de plataformas en las que alojar su trabajo. A medida que el tiempo pasa y la competencia es mayor, porque más y más creadores están conectados a la red y los algoritmos son más concretos, específicos y depurados en sus intereses, nos topamos con nuevas, mejores y súper específicas fuentes de ingresos que, para entendernos, provienen de royaltys (la forma exacta dependerá del marco legal y modelo de negocio en el que te muevas). Por un precio que pagaremos indirectamente con nuestra presencia en el canal de turno o pagando una cantidad concreta, podremos hasta decidir -y el creador ganar dinero dejándonos decidir- qué ropa llevará o no llevará hoy. Este tipo de influencers, por ejemplo, monetizan cada mínimo aspecto de su vida para así generar distintos patrones de valor.
Si este ejemplo te ha dado cierto vértigo, atención a el siguiente. Existen plataformas, como por ejemplo PearPop, que admiten pagos online para que tus creadores preferidos interactúen contigo. Si, por ejemplo, quieres que tu estrella coreana favorita de TikTok comente en uno de tus vídeos, puedes pagar por ello para luego fardar con tus colegas como si todo hubiera sido un suceso orgánico.
Este nuevo mundo en el que la tecnología ha avanzado tanto que te permite vender cada mínimo aspecto de tus creaciones -sean las que sean-, tiene un enorme potencial. Puedes dedicarte a lo que de verdad te apasiona y, lo más importante, para lo que de verdad tienes talento. Tal vez, si tus preferencias van dirigidas hacia un modelo tipo Bandcamp o Soundcloud, debes saber que además puedes combinar estas u otras plataformas con, por ejemplo, estrategias basadas en criptomonedas que te permitan, de nuevo por ejemplo, ofrecer un reparto de los beneficios generados por tu nuevo lanzamiento gracias a los llamados contratos inteligentes. Las “opciones cripto” son resultado de tecnologías y conceptos que se han ido perfeccionando durante los últimos años, como las cadenas de bloques o blockchains. La principal idea de esta idea es (valga la redundancia), principalmente, no dejarte con el culo al aire fiándolo todo a una o varias plataformas cualquiera que, con un golpe de timón, pongan en otra dirección a sus algoritmos y que, por ende, tu negocio, sea cual sea, pueda verse afectado.
Suena cursi pero, si las posibilidades son ilimitadas, es porque en esta nueva realidad los límites los pones tú.