¿Qué lugar ocupa la música hoy?
En este momento las canciones tienen dos caminos: o ser el eje o sonar de fondo
La industria musical ha llegado a nuestros días en base a unas estructuras sólidas que, a pesar de su robustez, se han visto tambalear en innumerables ocasiones. Por algún motivo que muchos aciertan a señalar pero que nadie consigue definir, la música está siempre en el centro del cambio, tanto para bien como para mal y, ante cada nueva disrupción o cambio de paradigma en los hábitos de consumo de la sociedad, ésta es cabeza de turco y rata de laboratorio una y otra vez.
No obstante, aunque los mecanismos cambien, el negocio sigue siendo el mismo. Por un lado, canciones. Canciones buenas, malas, grises o de colores. Sí, las hay malas y sí, las hay buenas, aunque ese sea otro debate que por ahora vamos a zanjar con un, todo depende de cual sea tu objetivo. Por otro lado, fans (de los cuales nada comentaremos porque ellos siempre tienen la razón). Así que lo que nos queda es entender cómo hacer que ambos casen en nuestros intereses.
A pesar de que parezca la contrario porque las plataformas de streaming van como un tiro, la industria anda un poco perdida tras la sacudida de la pandemia. De nuevo, otra revolución digital la sorprende en cierta desventaja (en esta ocasión la de la Web 3.0) y, al parecer, las plataformas (Spotify, Amazon Music, Apple Music, Audius, Opus, Rocki, etc.) van muy por delante de artistas y discográficas, responsables del contenido musical. En este nuevo escenario el componente humano está en el centro de influencia. Los creadores de contenido son la clave. Es vital reconocer la importancia de estos -sean populares o no- ya que en la mayoría de casos tienen mayor influencia en las audiencias que ninguna otra herramienta de marketing a nuestra disposición.
¿Por qué los creadores de contenido han de ser clave en las estrategias de la industria musical?
Yotubers, Instagramers, Twitcheros o, dicho de otra forma, escritores, fotógrafos, streammers y otros, comparten sin muchos tapujos un contenido sin filtrar. De sus rutinas diarias a tu pantalla (y muy pronto ocupando en tu hogar un espacio físico tridimensional en forma de, tal vez, ¿holograma?).
Un dato: desde 2019 la industria de la creación de contenidos y todo lo relacionado con ella ha duplicado su valor: de $8.000 millones a la previsible cifra de $15.000 millones en 2022.
¿Soluciones?
Lo decíamos en el titular de este artículo. Existen dos vías: la de poner las canciones en el centro de la estrategia o la de situarlas en el background. Personalmente, creo que, si en materia de colaboraciones con creadores se refiere, la vía más inteligente es la segunda, sea acordada u orgánica. El problema lo encontraremos cuando queramos formar parte del universo orgánico de los creadores de contenido con modales a la antigua. ¿Recuerdas el 2020 epic fail de Justin Bieber queriendo colar Intentions en TikTok a base de talonario? En cambio, el éxito llegó de la mano de Yummy de forma totalmente orgánica -aunque, probablemente, mínimamente dirigida a base de challenges-.
Al tratarse de una estrategia súper inclusiva y egocéntrica al mismo tiempo pero, siempre, orgánica, integrar música en el estilo de vida de ciertos líderes de opinión creadores de contenido (o como decíamos más arriba, sonar de fondo), ofrece un plus de exclusividad incomparable a nada que puedas conseguir con estrategias de marketing.