Destino #4: ¿Qué está pasando en Latinoamérica?
Claves para entender el presente y futuro de bitcoin y otras criptomonedas a través de la población latina
Todos sabemos que, tradicionalmente, América Latina ha ido a remolque de los ritmos occidentales de crecimiento, cediendo incluso en innumerables ocasiones su propia tierra para que el primer mundo pueda abastecerse de muy distintas formas. Hablamos tanto de mano de obra como de alimentos o cualquier otro tipo de recurso. Si mañana en España o Estados Unidos queremos aguacates, no habrá problema, porque ahí estará, por ejemplo, Chile, dispuesta a dejar sin agua a sus habitantes para regar en abundancia a tan hipster fruto. Este es solo un ejemplo narrado de un modo frívolo, pero no por ello es menos cierto.
Sin embargo, ahora, Latinoamérica y, más concretamente Centroamérica tiene una oportunidad de oro para aumentar su capacidad de negociación y presión hacia el resto del mundo gracias a dos cosas: su entorno natural y la descentralización provocada por los avances tecnológicos en criptomonedas.
Detengámonos pues en esta zona del Globo, de gran concentración volcánica, por un momento:
Tras sus declaraciones, Nayib Bukele, presidente de El Salvador, informando sobre los planes de minería Bitcoin para el país, dio a conocer sus conversaciones para que la empresa estatal de energía geotérmica, LaGeo (responsable de casi la totalidad de los 204 MW instalados en el país) elaborara un plan para usar sus instalaciones con el fin de acuñar bitcoin usando la energía geotérmica de los volcanes salvadoreños. Su geografía tiene una alta actividad volcánica, con un 90% de su territorio conformado por 23 volcanes individuales y cinco campos volcánicos con antecedentes sísmicos.
Centroamérica, muy dependiente de los hidrocarburos importados como fuente energética, ha logrado un importante desarrollo de alternativas renovables. El 73,9% de la electricidad producida en la región está generada con dichas fuentes.
Centrándonos en El Salvador por el tema que nos ocupa y, aunque con menor consumo eléctrico que Costa Rica, este es el país centroamericano con mayor peso en generación geotérmica de su red eléctrica, un 26%, el doble que en el caso costarricense.
La participación de la energía geotérmica en la red eléctrica varía según los países. El Salvador (26%), Nicaragua (15%) y Costa Rica (12,5%), Honduras (3%) y Guatemala (2,5%).
Por su naturaleza tecnológica y geek, las cryptocurrency mining farms (traducción literal de, granjas mineras de criptomonedas), están ligadas a un auge de la comunidad de creadores de la zona cuando, además, se genera un microclima en áreas con limitaciones que, de alguna forma, se transforman en incubadoras que viven o intentan vivir conscientemente al margen del entorno. Latinoamérica necesita soluciones hechas a la medida que no dependan del resto y que vengan generadas desde dentro. Como ejemplo tenemos a China que, pese a su dimensión, genera un caldo de cultivo interno debido a sus restricciones, propicias para el desarrollo de creadores que puedan exprimir las opciones de desarrollos como Kuaishou o TikTok. Pero, te preguntarás, ¿por qué en China?, ¿no viven allí sin democracia, libertad, recursos…? No exactamente. La tecnocracia que dirige el país entendió que el éxito pasaba por conseguir que sus desarrollos puedan ser usados por sus propios creadores y que estos no necesite, ni puedan, irse a otro lado con sus fans y su tráfico. Retener el talento te asegura el éxito. Si en este caso El Salvador, Costa Rica y demás países centroamericanos trabajan medianamente al unísono y consiguen generar el clima de riqueza necesario en torno a su granjas, es de esperar que veamos un auge de nuevos talentos centroamericanos contenidos en sus fronteras pero, al mismo tiempo, sobrepasándolas y expandiendo su influencia por todo el mundo hispano.
En esta estrategia, a El Salvador, aunque sin tanta decisión, le han seguido otros países como Paraguay, Brasil, Panamá, México o Argentina. Todos han entendido que la minería de criptomonedas, realizada con sus fuentes naturales de energía renovable, es el elemento perfecto para romper ciertas ataduras con el mundo occidental -que les tienen atados desde hace décadas-, y generar riqueza en sus territorios sin padecer la influencia y centralización del Banco Central Europeo o la Reserva Federal de Estados Unidos, además de sus pertinentes lobbies de presión. La actual inflación provocada por la continua inyección de dólares que la administración Trump al final de su mandato y, la administración Biden desde su llegada al poder, han propiciado para países como El Salvador, ha terminado por decantar la balanza hacia un medido intento por estabilizar sus economías con una industria financiera puntera como es la minería de BTC, esperando que eso dé alas a un mayor uso de internet banking, que en estos momentos no alcanza ni al 30% de la población salvadoreña, agonizante con un 20% de PIB obtenido gracias a los dólares que la población emigrante envían de vuelta a sus casas.
América Latina es la región número 1 en el mundo en usuarios con criptomonedas, dejando en los últimos lugares de la tabla a países como EEUU y UK, según Statista. La latinoamericana es además la población con más conocimiento e información en su haber sobre monedas digitales debido a la poca estabilidad financiera de la zona que, gracias al elemento descentralizado, encuentra en, principalmente Bitcoin, una válvula de escape para su situación a pesar, incluso, de la gran volatilidad de la moneda. No hablamos de gentes amasando grandes fortunas sino de personas sobrellevando el día a día con cierta dignidad.
Cabe esperar, al menos como posibilidad, que las naciones más desarrolladas se avalancen sobre Centroamérica en busca de estos nuevos recursos naturales y una mano de obra para ese momento ya esté cualificada. En ese sentido, la población Latinoamericana haría bien en no pecar de naif, esperar lo peor (que no sería más que una repetición de ciertos pasajes históricos de la región) y hasta desconfiar de las intenciones finales de sus propios dirigentes.
Como todo, la balanza en Latinoamérica oscila vertiginosamente. Si por una lado poco más de 100 millones de personas tienen acceso a cuentas bancarias, tarjetas de crédito, débito o internet banking, lo que les obliga a vivir con dinero en metálico e incluso almacenarlo en medida de lo posible, más de el triple sí tienen acceso a internet. En algunos otros casos y, como “el hambre agudiza el ingenio”, están apareciendo jóvenes empresas basadas en desarrollos de cadena de bloques o blockchains como la colombiana Valiu o la española Gelt Giro, para facilitar transferencias entre países vecinos o con gran flujo de migración debido a la situación de alguno de ellos, como es el caso de Colombia y Venezuela. Gelt Giro, con sede en Madrid, tiene en la población latina de España su mayor clientela, enviando dinero a Cuba, Argentina, Ecuador, México, o Perú. Hombre y mujeres, de entre 25 y 45 años, que residen en España pero siguen enviando dinero a su país.
Toda esta radiografía es el caldo de cultivo que nos trae hasta aquí y que, además, nos lleva a preguntarnos, ¿qué posición jugará España en todo esto?
Con los datos en la mano, el país ibérico no tiene mucho que envidiar a El Salvador en términos de mix eléctrico pero, así como Latinoamérica encuentra aquí una oportunidad única para salir adelante y romper ciertas cadenas que limitan su crecimiento, España encontrará lazos difíciles de romper bilateralmente con la UE y el BCE. Sin embargo, las raíces históricas y diplomáticas, además de la lengua, son fuertes e innegables y, creemos que de algún modo, debería ser posible mostrar cierto apoyo a la corriente latinoamericana por la firme apuesta a las cadenas de bloques a través de energía renovable como herramienta para encarar el futuro. La apuesta desde Madrid por la regularización de criptomonedas o, simplemente por modificar la legislación, no es sencilla de abordar, teniendo en cuenta que las entidades españolas, siendo las principales interesadas, han renunciado a aventurarse en esos terrenos para finalmente desarrollar sus estrategias en países vecinos como Suiza.
Centroamérica está dispuesta a crear una nueva estructura financiera, sólida y sostenible que emane de sus volcanes y, en está ocasión, no está dispuesta a esperar a nadie.