Principio fundamental en Web3 y Creator Economy
👋 Hola,
¿Cómo estás? Han pasado algo más de dos meses desde la última vez que te escribí. Puede parecer mucho tiempo pero, juraría, que tal vez no hayas prestado cuentas a mi ausencia. Este es un signo de nuestros tiempos. Vivimos envueltos en tal bombardeo comunicativo que, cualquier elemento que se pierda, se transforma en un alivio. Nuestros días pasan rápido, como nano segundos por la cantidad de estímulos a los que estamos sometidos pero, en cambio, si echamos la vista atrás hacia los últimos meses, estos nos parecerán años.
Hace ya bastante tiempo decidí frenar gradualmente y someter mi trabajo desde el Destino a una auto-auditoría. ¿Lo estaba haciendo bien?, ¿lo estaba haciendo mal?, ¿qué estaba haciendo y, lo más importante, para qué?
Un querido miembro de esta comunidad que, a su vez, publica su propia newsletter, me mandó un email la semana pasada que, en su concepto, decía: "¿me lees?". Su correo, que no iba dirigido exclusivamente a mí sino a todos sus suscriptores, pretendía descifrar el motivo por el que sus boletines parecían no estar llegando o, simplemente -le decía yo-, no se están abriendo por muy distintos motivos. Esta conversación me llevó a visualizar un temor que fui desarrollando desde mediados de 2021 hasta finales del mismo año.
¿Por qué los creadores de contenido se empeñan en modelar sus proyectos en base a el patrón marcado por las plataformas?
Formatos y hábitos de consumo van a cambiar radicalmente en los próximos meses y, la relación entre consumidores y productos desarrollados por Substack, Medium, Instagram o Twitch, van a verse profundamente afectados. Estas y otras plataformas tenderán a perder popularidad pese a sus esfuerzos por evitarlo y, mientras ya se encuentran repensando su puesta en escena como medio de supervivencia, los creadores de cierto éxito quedarán al amparo de encajar en el nuevo puzzle que estas propongan y, seamos sensatos, en Twitch España solo hay una decena de creadores superando las 10.000 subscripciones.
En una Web3 regida por proyectos construidos en cadenas de bloques, las plataformas o herramientas deben girar en torno al contenido y adaptarse a éste, el cual se mostrará a cada momento con su mejor versión en el instante adecuado, sin verse nunca comprometido por las necesidades de terceros.
No existe, en este momento, a mi modo de entender la estructura de nuestras sociedades y los vínculos que las unen, más que dos tierras que cultivar: contenido y comunidad. O dicho en el argot de la Web3: DAOs. El continente (Facebook, TikTok, Snapchat...) irá dejando de importar a medida que la década dorada del boom del streaming vaya quedando atrás. Si optas por una newsletter como esta en Revue o un canal para hacer directos en Twitch no será tan vital como con qué llenas los espacios de uno u otro. Ni tan solo la decena de streamers que hemos comentado previamente tiene en su totalidad asegurado un posible trasvase de suscriptores entre plataformas sin forzar un pacto económico que tape la hemorragia.
Que el grupo de personas a quien te diriges pueda ser transportable y vaya contigo a cuestas, no por fidelidad de ellas contigo sino porque la tecnología te lo permita, es crucial.
El medio, sea el que sea, no debe condicionar tu propuesta porque todo está a punto de cambiar para siempre y, necesitarás, contar lo que tengas que contar variando el formato.
Sigo sin entender bien cómo digerir la ingente cantidad de información y conocimientos que estoy almacenando en mi haber y qué hacer con todo ello -o si ni tan solo he de hacer algo con eso- pero, llegados a este punto, sí tengo bien claro que en materia de Web3, tu obra ha de ser tuya y de nadie más. Es un buen punto de partida para retomar este intercambio de ideas entre tú y yo.
Feliz Destino,
Murnau den Linden
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