Live Nation sale a escena
En música y deporte, los éxitos ya se cuentan en criptomonedas
A medida que la innovación tecnológica se abre paso y, con ello una vida más cómoda y segura para la especie humana, suceden principalmente dos cosas. Una; que una parte de la población, sustituida a nivel productivo por máquinas, tiende a verse anulada y, sin planes de adaptación, a desaparecer. De esta forma se abre un nuevo paradigma, el de una humanidad que debe hallar su propio encaje ante su propia creación, las máquinas. Dos; la felicidad se puede comprar más y mejor con, eso sí, mucho dinero. Cuántas veces habrás escuchado eso de que el dinero no da la felicidad para que, si sigues leyendo, en unas pocas líneas se te vaya a caer el mito.
Durante el último año, los NFT (acrónimo de Non Fungible Token, en español Ficha No Canjeable) han propiciado un impulso histórico a las criptomonedas desde áreas tan diversas como el baloncesto o la pintura. Nuevas e históricas casas de subastas o, asociaciones deportivas, han decidido aprovechar la explosión de las FNC (ahora le tocaba el turno al acrónimo pero en español) para revolucionar ciertos conceptos, mercados y cuotas de negocio. A la venta de las ya conocidas canastas, tapones y otros virtuosismos de la NBA, ahora también debemos sumar esos momentos únicos, mágicos e irrepetibles de los que formaste parte y te gustaría hacer tuyos en propiedad. Como la tradicional foto del parque de atracciones en la montaña rusa. O ese instante antes de caer al agua descendiendo los rápidos del Colorado. Todo esto con una diferencia. Ahora no solo vas a poseer una réplica del instante, sino que, a falta de poder comprar un terrenito en la Luna -operación que sin duda será más económica que el parqué inmobiliario de las grandes urbes-, en este nuevo mercado, si lo pagas, pasarás a ser dueño legítimo de un instante, de una milésima de segundo en el tiempo y la historia. ¿Es, o no, un concepto poderoso?
El negocio de NFTs de la única e inimitable superliga por excelencia, la NBA, es tan variado que, pretendiéndolo, pero sin saber muy bien hacia dónde les dirigiría tal disrupción, han abierto una brecha en sus propias estructuras de lo bueno y lo malo. ¿Qué vale más?, ¿una caída absurda del jugador fetiche del equipo del año, o el momento clave que te dio la canasta del campeonato (ya sea un tapón, un tiro, un mate o, de nuevo, una bochornosa caída)?. La clave, al parecer, está en la importancia de la rareza, en ese momento en el qué cambió la historia. El abanico de posibilidades es tal que las estructuras del bien y el mal, de lo bueno y lo malo, se desmoronan tras, como mínimo, 2000 años de historia reciente. ¡Y la disrupción no ha hecho más que empezar!
De acuerdo con los datos facilitados por la NBA, existen en torno a 460.000 coleccionistas de los llamados Top Shots (esos momentos únicos de los que hablamos) que durante el mes de abril de 2021 han realizado unas 4 millones de transacciones. Tal vez estos números no parezcan gran cosa a simple vista, pero ese mismo mes de abril se vendió una ficha no canjeable con LeBron James como protagonista por $400.000. Entre octubre de 2020 (momento en que los Top Shot empezaron a comercializarse) y febrero de 2021 (último mes recogido en los informes de esta liga de baloncesto), se recaudaron 230 millones de dólares por NFTs. Durante el mes de febrero hubo un día, un único día, en el que se facturaron 32 millones de dólares en Top Shots. En 24 horas.
Top Shots, además de ser la forma comercial a la que referirse sobre el producto, es la plataforma de venta en sí misma, y una compañía de Dapper Labs -empresa canadiense encargada de implementar y gestionar las entrañas del sistema a nivel tecnológico-, en colaboración con la NBA, que es quien dota de contenido visual y legal a la plataforma.
Cada transacción de venta está cargada con un 5% sobre el precio de venta en conceptos de gestión. Dicho porcentaje se reparte entre Top Shot, NBA y el sindicato de jugadores. Así mismo, dentro del ecosistema de ligas deportivas o de federaciones estadounidenses, otros son los proyectos en torno a los NFTs o FNCs, como la venta de tickets conmemorativos por parte de equipos concretos o la creación de nuevas criptomonedas por parte de asociaciones como UFC (compañía gestora de competiciones de artes marciales en EEUU). La criptomoneda utilizada por NBA lleva por nombre Flow.
Eventos deportivos e industria musical son patas de una misma mesa, la del entretenimiento. Y otra gran compañía, pero en este caso dedicada a la música en directo, Live Nation, ha visto también el filón.
No hay que engañarse. Cuando el río suena, agua lleva. Si el CEO de la compañía líder a nivel global de música en directo dice que sigue muy de cerca los movimientos de la NBA en torno a los NFTs y, más concretamente, menciona su producto estrella Top Shots, como referente, significa que Live Nation está casi lista para entrar a escena y, además de llenar estadios a golpe de Alanis Morissette, Enrique Iglesias o Pet Shop Boys, vendernos lo que Michael Rapino ha venido a llamar ‘momentos mágicos’. ¿No pagarías por hacer tuyo ese instante en el que Alicia Keys te saludó especialmente a ti durante el concierto?, ¿no lo harías por ese preciso instante en el que Ricky Martin se secó el sudor con el pañuelo que le lanzaste en la plaza de toros de tu pueblo?
No es extraño que, durante la conferencia trimestral de resultados de la compañía, Mr. Rapino haya lanzado ciertas claves tras ver los resultados de, en un solo trimestre (el primero de 2021), las transacciones en el mercado de los NFTs, que aunando los diferentes sectores y nichos que lo conforman, han ascendido a 2.000 millones de dólares según los análisis de NonFungible, un proyecto que monitoriza transacciones de criptomonedas a tiempo real.
La música, para entendernos, es la invitada que confirmó su asistencia a la fiesta pero que llega con retraso a causa de un atasco de tráfico llamado coronavirus, a una fiesta actualmente protagonizada por el mundo del arte -que de un plumazo y gracias a las operaciones monitorizadas por blockchain, tendría en la mano la respuesta a la poca opacidad que siempre se le achaca-, y los distintos segmentos de artículos coleccionables ya mencionados como, por ejemplo, en el mundo del deporte.
Se calcula que una gira de 15 fechas que pueda arrastrar una media de 20.000 personas por concierto (una gira Live Nation cualquiera), puede arrojar un beneficio medio de $19.000 en merchandise por show. Por la parte baja de la tabla, si nos centramos en salas con no menos capacidad de 500 personas, las ventas pueden girar en torno a unos $1.700. Por el momento y sin profundizar en detalles, pero con el convencimiento de que si ofreces algo único al fan éste lo pagará con su misma alma si fuera posible, la compañía valora vender estos momentos mágicos combinados con la compra de las entradas del concierto y capturarlos en algún instante de toda la experiencia que engloba el show. Los que hemos utilizado los servicios de Live Nation y Ticket Master en alguna ocasión (filial de la marca que también anda ya trabajando en cómo acuñar estos nuevos productos dentro de su catálogo), sabemos muy bien que, por un puñado de dólares, son capaces de venderte hasta la ropa interior del artista junto a la entrada, cosa que, para verdaderos fans, es de agradecer.
Fans, esos que, de acuerdo con el aluvión de datos que hoy en día tenemos a nuestra disposición, comprarían la felicidad -sin dudarlo y a base de criptomonedas- vivida en el transcurso de un parpadeo.