Creatividad y salud mental, en peligro
Plataformas como Instagram, Youtube o TikTok frustran y queman a sus creadores
Ser un creador de contenidos puede ser agotador y resultar una actividad agónica. Donde antes el protagonismo se centraba en hacer frente a los costes de producir y distribuir, ahora estos son físicos, psicológicos y emocionales. Tres males dereivados de una audiencia demandante de acceso y autenticidad 24/7. Esto, junto con el castigo arbitrario que suponen la mayoría de algoritmos (atentos a los objetivos de la plataforma y no a los de ningún creador en concreto), mata a la creatividad y el emprendimiento de los creadores que dejan de tener una salud mental estable como para, además, aguantar el acoso de trolls.
Cada vez está más cerca el momento en el que debamos exigir a las diferentes plataformas una relación mucho más recíproca con sus creadores de contenidos, haciendo que la salud mental y física de estos esté de alguna forma integrada en los objetivos y responsabilidades de la compañía, dejando atrás la idea imperante de la Web 2.0 de exprimir al creador como si se tratase de una naranja o una gallina ponedora de huevos de oro.
Si un creador de contenido, ya sea profesional o no, es equiparable al papel de, por ejemplo, un deportista, todos entendemos que ese deportista no pueda competir cada día y en ocasiones ni tan solo cada semana. Dependiendo del deporte, ni tan solo lo hará cada mes. Pues bien, en el caso de la creación de contenido el ejemplo es el mismo.
Dependiendo del creador, es muy probable que ni tan solo tenga un éxito reconocido y las presiones sean distintas de las de alguien popular.
Todo esto no es nuevo. Si echamos la vista atrás, hallaremos paralelismos entre el éxito y caída de personajes como Marilyn Monroe o Amy Winehouse, a quienes se trataron como marionetas. La situación actual de miles de creadores es la misma o muy parecida, a quienes se demanda un alto grado de retorno en muchos campos como si de una estrella tradicional de cine se tratasen.
En el presente corremos el peligro de que, siendo esta una industria en crecimiento, todo pueda desmoronarse por muy distintos frentes. Artículos como este persiguen ofrecer una fotografía detallada, alejada de la idea frívola y equivocada de que todo esto -a lo que no muchas personas consiguen llamar acertadamente rodavía creator economy- es tan solo una moda generacional (“adolescentes en sus habitaciones perdiendo el tiempo con videos en lugar de estudiar”).
La creación de contenido requiere de un tiempo de descanso y recuperación para sus creadores integrado en los objetivos de las plataformas que alojan el trabajo de los estos. Es necesario desarrollar una especie de planes de tutoría o, de lo contrario, pasarán dos cosas. Por un lado el lógico burnout de sus creadores, que dejarán de usar la plataforma y abandonarán su actividad creadora ante la impotencia de no ver resueltas las expectativas que se generan en torno a ellos. Y por el otro el consiguiente trasvase de futuros creadores a plataformas como Ghost (donde pueden auto gestionarse) o incluso a nuevas estrategias de viejos conocidos como Facebook Games (quien ofrece mejores incentivos a sus streamers y cuya plataforma no tiende al 24/7). Empresas como Youtube, Instagram o TikTok deben modificar sus estrategias, las cuales a día de hoy parecen diseñadas para forzar contrataciones fantasma con trabajos ad hoc de los creadores de sus plataformas, cuando en realidad, debido al encaje que finalmente resulta, deberían considerarles como una especie de proveedores integrados en su plantilla, conectando con los mismos beneficios sociales que tengan trabajadores in house.
Las opciones para modificar la relación entre creador y plataforma pasaría por dos puntos principales:
Limitar las publicaciones que un creador pueda hacer para beneficiar la calidad por encima de la cantidad (no solo a nivel cuantitativo sino cualitativo para el contenido y la salud mental del creador).
Una vez limitado el número de contenido a publicar, ofrecer beneficios que ayuden a la creatividad de los creadores (de la cual se nutren las plataformas), sin que con ello se promueva la creación de más contenido directamente.
Ofrecer periodos de descanso para el creador que haya alcanzado una serie de objetivos en base al punto 1, durante los cuales, si deciden no publicar, el algoritmo no les penalizaría.
Dar descanso al creador con periodos sin actividad planificados sin que por ello el algoritmo les penalice. Durante ese periodo de, por ejemplo, 7 días, la plataforma puede promover otro tipo de contenido en relación al autor (como un archivo de vídeos o un especial con lo mejor del año de ese creador). De esta forma, y pensando en alguna compensación que, por ejemplo, se pueda resolver económicamente para que el autor descanse pero además perciba ingresos, hacer un promedio de las ganancias de todo el año durante las cuales estuvo en activo y retribuirle por esa semana durante la cual, su contenido también seguirá siendo consumido a modo de recopilación.